Papelera de reciclaje. Dietario. Cuaderno de notas y lecturas.

lunes, 20 de febrero de 2012

Algo supuestamente divertido



No importa que esté aquí arriba o ahí abajo, soy un turista americano, y por tanto ex officio corpulento, rollizo, rubicundo, escandaloso, tosco, condescendiente, ensimismado, malcriado, preocupado por su aspecto, avergonzado, desesperante y codicioso: la única especie de bovino carnívoro que se conoce en el mundo.

David Foster Wallace. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

sábado, 18 de febrero de 2012

El ruido de las cosas al caer

En determinados momentos de la vida uno cree ser dueño de su destino, forjador de su suerte y su futuro, cree tener, por fin, las riendas de ese caballo salvaje que son los días y el tiempo, y cree detentar la absoluta certeza de que las cosas que pasen serán sólo y exclusivamente producto de su pericia, de su saber hacer, de la experiencia y habilidad que poseamos para sortear los obstáculos. Nada más lejos de la realidad. El control sobre la propia existencia es una falacia, una ilusión, una perniciosa e insana manera de arrogarnos un papel que no nos corresponde, pues el futuro, es más, la existencia misma y presente de ese o aquel cuerpo, de esa alma, está sujeta a corrientes subterráneas difíciles de prever, a movimientos ocultos en el dorso oscuro de los acontecimientos que, en realidad, nos dejan, como un barco perdido en alta mar, a la deriva, sujetos a decisiones que no nos corresponden, a voluntades que escapan de control, a eventos lejanos sobre los que no podemos poseer ningún tipo de conocimiento.

Así suceden las cosas. Luego, para calmar el tormento que nos provoca el desengaño de unas vidas sujetas a lo impredecible, solemos invocar palabras que acaso nos tranquilizan en nuestra más absoluta duda: accidente, casualidad, destino. Lo sabemos. Y, sin embargo, llegar a la conclusión de que lo que somos se lo debemos más a una cadena de circunstancias que a cualquier otra cosa, a un leve movimiento que encadenándose llega hasta nosotros como un hecho del que no es posible escapar, no nos deja ni mucho menos más tranquilos, pues siempre nos turba esta constatación, y es entonces cuando surge el miedo que se agazapa como un felino al acecho de la presa, el terror que nos sopla en la nuca al vernos tan débiles, tan indefensos, tan desamparados.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Este hombre era otro hombre antes


"El ruido de las cosas al caer es la historia de una amistad frustrada. Pero es también una doble historia de amor en tiempos poco propicios, y también una radiografía de una generación atrapada en el miedo, y también una investigación llena de suspense en el pasado de un hombre y un país".

martes, 14 de febrero de 2012

La vida es un tango


Le parecía ser de pronto otra persona cuya naturaleza ignoraba, se precipitó sobre ella y le mordió los senos, las piernas y las nalgas. Ella gritaba de placer, se colgó de una cortina y él la penetró parado, relinchando como un potro. Cuando fue poseído por el coito vio estrellas verdes girar dentro de sus ojos y sintió sacudidas en la nuca mientras el pelo se le paraba sobre la cabeza y su piel se cubría de sudor frío como si hubiera estado lamido por las olas del mar. El placer que hasta entonces había sólo sospechado en el glande durante diez años de masturbación lo sintió por primera vez en todo el mundo. Cada espasmo le arrancaba un alarido. Cayó extenuado sobre Yoli, luego la besó tiernamente en la boca y le murmuró: Gracias, amor mío, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.

Copi. La vida es un tango.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Nazis, vaqueros, apaches y delincuentes

Descubro que José Ovejero en su flamante Escritores delincuentes, libro que bucea en las siempre fluidas y casi naturales relaciones entre el mundo de las letras y la delincuencia, habla del alemán Karl Friedrich May, alias el Carterista. May, que nació en 1842 en la ciudad de Ernstthal en el seno de una familia de tejedores pobres, fue ciego hasta los cinco años por falta de vitaminas. Fruto de aquellos años de oscuridad y tinieblas interiores desarrolló una imaginación desbordante, una extraña e inquietante habilidad para recrear mundos, para construir personajes. En su juventud fue agente de policía, rico propietario de plantaciones en Martinica, inspector de hacienda y cuantos disfraces más le valiesen para conseguir sus propósitos económicos. Un estafador de guante blanco le diríamos ahora. Sin embargo, sus capacidades creativas e interpretativas no le salvaron del largo brazo de la ley. Durante los años que May penó en el sistema penitenciario de Sajonia, las oscuras y húmedas bibliotecas de aquellas intimidantes prisiones le sirvieron de refugio antiaéreo, y fue allí donde leyó todo lo que pudo leer y donde comenzó a garabatear sus primeros textos y a dar forma al disfraz que utilizaría durante los años posteriores, el de Old Shatterhand, alias el Trampero.

Javier Lucini, perpetrador de ese artefacto peligroso y poliédrico que es Apacherías del Salvaje Oeste, cita a Richard Erdoes cuando dice que el culpable de que los niños austriacos vitoreasen a los indios y abucheasen a los vaqueros y a la caballería en los cines de Viena era un tipo llamado Karl May, de la misma forma que cuando las tropas norteamericanas invadieron Alemania en 1945 se quedaron de piedra al ver a los niños, engalanados con plumas, jugando a los Apaches entre los escombros.

Karl May creó una saga novelística ambientada en el Salvaje Oeste, él mismo se hacía fotografiar vestido de trampero: sombrero de ala ancha, botas altas, collar de “dientes de oso” y pistola al cinto, decía también ser hermano de sangre del jefe Apache Winnetou y hablar más de cuarenta idiomas. El público decidió que lo que contaba en sus novelas era autobiográfico, historias reales. Así, entre 1876 y 1893, y sin salir de su Baviera natal, sirviéndose tan sólo de mapas, diarios de viajes, guías, estudios lingüísticos y antropológicos y, de lo que es más importante, de su propia imaginación, logró recrear, con todo lujo de detalles, los desiertos y llanuras de Arizona, el polvo de Texas, el mundo de los tramperos y los salones y los buscadores de oro y los Apaches y los pistoleros y las bailarinas de saloon, el mundo soñado del mito del Oeste Norteamericano.

No se puede culpar a los escritores por la dudosa categoría de sus admiradores opina Lucini, y en este caso May, alias Old Shatterhand, alias el Trampero, no tiene la culpa de que Hitler le convirtiera en un bestseller. Para el Fürher las novelas del antiguo preso eran una prueba de que no era necesario viajar para conocer mundo, así como no era necesario haber estado en el desierto para dirigir a las tropas en la campaña africana. Otros quisieron ver en la obra de May el veneno que corrompió el alma alemana, inoculando una moralidad hipócrita y una morbosa glorificación de la crueldad. Para Klaus Mann “el Tercer Reich es el último triunfo de Karl May (...) partiendo de unos supuestos éticos y estéticos indistinguibles de los suyos, un pintor austriaco de brocha gorda, inspirado en su juventud por Old Shatterhand, está ahora tratando de reconstruir el mundo”.

Karl May fue uno de los autores más leídos de Alemania, “conocemos a Goethe, pero leemos a May” dice un dicho en alemán, y el jefe Winnetou, “un parangón de virtud, un amante de la naturaleza, un romántico, un pacifista de corazón pero, en un mundo en guerra, el mejor y más bravo de los guerreros, siempre alerta, poderoso y seguro” en la quintaesencia del sentido místico, espiritual, cósmico y originalmente germánico.

Herman Hesse declaró a May el representante más brillante de un tipo de literatura calificada “literatura como realización del deseo”, y es en este punto en el que la figura del niño ciego dotado de una imaginación meticulosa y brillante, que luego sabrá explotar en sus fechorías y en su escritura, converge con la de Adolf Hitler, también otro gran soñador.

lunes, 6 de febrero de 2012

El uruguayo es un cuento gigantesco, maravilloso. Algo difícil de presentar, como todo lo que no tiene límites. Pero podéis ir allí, no exagero, ya veréis. Y no olvidéis la goma, para borrar todo el texto a medida que lo leáis, como pide muy inteligentemente Copi, lo que obliga a comprar de golpe diez ejemplares de El uruguayo para asegurarse diez lecturas (un primer estadio). Diez lecturas y cada vez un libro bien nuevo. La gran vida.

Michel Cournot a propósito de Copi.

domingo, 5 de febrero de 2012


Con aquellos zapatos de tacón rojos escaló montañas
y creó incendios que devoraron ciudades

y destruyeron mundos.

Ante la previsible muerte
la fricción de tu cuerpo desnudo
la humedad de las mucosas
el lamento vulvar.

Cristina Peri Rossi

viernes, 3 de febrero de 2012


Sea
la desolada quimera del presente
nuestro empeño imborrable.

Jorge Riechmann. Abolir la nostalgia. Cántico a la erosión.


Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.


Sólo puede ser intrépido quien conoce el miedo pero lo supera; quien ve el abismo con orgullo. Quien ve el abismo con ojos de águila; quien con garras de águila se aferra al abismo; ése tiene valor.

Friedrich Wilhelm Nietzsche

miércoles, 1 de febrero de 2012


(...) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.

Mark David Chapman dixit.
Voy en el autobús leyendo La vida es un tango, uno de los textos de Copi que componen el libro que Anagrama publicó en 2010 para rescatar del olvido a este autor heterodoxo y sorprendente, medio porteño medio parisino, integrante de teatro Pánico de Jodorowski y Arrabal, tan vanguardista que Raúl Escari, amigo y amante de Copi, afirma que una vez llego a decir que era tan vanguardista que había agarrado el sida antes que nadie. Y recuerdo entonces que en Dietario voluble Enrique Vila-Matas cuenta una anécdota que tiene que ver con Copi y con Escari, y es que éste afirmaba haber fumado las cenizas de su amigo en una pipa de hash.

Raúl Escari, personaje de París no se acaba nunca de Vila-Matas, suele deslizar sus afirmaciones entre el testimonio y la invención, en una línea que casa correctamente con el absurdo, la provocación y la metaliteratura. En esta sentido Escari sigue explicando una historia que bien podría ser una de las creaciones de Copi:

“Cuando estaba casi en coma yo estaba en el hospital con la China –así le decíamos a la madre– y en un momento me fui a un costado y me hice un joint. Ella me vio y como es una mujer muy inteligente, a pesar de su angustia, dijo: “¡Ay, Copi, Raúl se está haciendo un joint! ¿Querés?” Copi ya no se movía. Ella le puso el joint en la boca. En la oscuridad del cuarto vimos el rojo del cigarrillo. ¡Lo estaba fumando! Después el médico le dijo al hermano de Copi, Damonte Taborda, “Esta noche quédense”. Estaban Juan Stoppani, su amigo Jean-Ives. Nos abrieron un cuarto y nos quedamos ahí alrededor de una mesa, esperando. Tomábamos whisky y fumábamos porros. De pronto vino una enfermera que parecía una pin-up. Damonte, que era muy buen mozo, muy de levantarse a todas, empezó a coquetear con ella. La enfermera pidió: “¿No podría tomar un poquito de whisky?” Con Jean-Ives nos miramos. Era una pieza de Copi. Mientras él se estaba muriendo, la enfermera se trataba de levantar al hermano y todos fumábamos marihuana y tomábamos whisky.”